(Javier con Int.Ch.Fairyland Grace en Los Dragones)
El Maravilloso Mundo de Los
Airedales
Henos aquí para iniciar nuestro encuentro con el más
noble de los animales. Vamos a entrar en el maravilloso mundo de los
Airedales. Transladémonos hasta Inglaterra, y remontando el río Aire,
viajaremos por el condado de Yorkshire ,llegando a Leeds, una población
que allá en la mitad del siglo pasado era habitada en su mayoría
por obreros. Fueron éstos que, ante la necesidad de tener un
amigo, compañero útil y leal para sus tareas, fuerte, inteligente,
vivaz y de mucho temperamento, lograron, mediante el cruzamiento de
varias razas de cazadores aguerridos y nadadores de poderosos
pelajes, obtener un extraordinario ejemplar que reunía todas las
exigencias por ellos requeridas. Se lo llamó Bingley Terrier, luego
Watershire Terrier y recién en 1883 sus criadores lo inscriben en la
National Dog Show con el nombre que actualmente lleva: Airedale
Terrier, nombre éste que recién en 1886 reconoce el Kennel Club Inglés.
Así nació nuestra raza. Desde entonces, trasponiendo las fronteras
naturales, el Airedale, Rey de los Terriers por su tamaño y
prestancia, salió de Gran Bretaña y ocupa un lugar preponderante en
la Cinofília Mundial.
Aquí, en la Argentina,
varios fueron los pioneros que con amor llevaron adelante esta noble
raza. Hoy, en una creciente etapa de mejoramiento de la
misma, los criadores tratamos de importar ejemplares de
excepción, a fin de obtener hermosas lechigadas.
Haciendo honor a sus
antepasados, perfeccionándose en su aspecto y sobre todo en sus
habilidades, el Airedale ha pasado a ser un perfecto auxiliar
del hombre de campo, tanto cuando guía su rebaño en la tranquilidad de
la llanura o su ganado en la inmensa pradera o cuando, en la
bravura del monte, se bate con un jabalí. Todas estas virtudes nacen
espontáneas, ya que desde sus ancestros, el Airedale tiene
indiscutiblemente un profundo sentido de responsabilidad, ya
sea ante los trabajos más pesados que se le impongan o como sumiso
pero enérgico conductor de rebaños o tropillas o bien como fiero
cazador raposero.
Reconocida su
brillante inteligencia, su amo, el hombre, lo lleva como perro de
defensa y ataque y así lo integra a los ejércitos de Inglaterra,
Alemania, Japón y otros países. Integra así mismo la policía. En
nuestro país se lo utiliza sobre todo en la detección de drogas,
empleando para este adiestramiento normas de juego, nunca
convertirlos en adictos. Para ello se lo prepara y adiestra mediante
pruebas de trabajo donde se destaca por su destreza.
Une a todas estas
virtudes una muy importante: la de avezado nadador y cuenta para ello
con una ventaja que le ha otorgado la Naturaleza: un poderoso
pelaje que esconde un subpelo que lo hace impermeable pudiendo, de
esta manera, nadar grandes distancias y deslizarse contra la
corriente sin que llegue a la fatiga ayudado por su gran fortaleza y
resistencia física.
Y ahora, habiendo
llegado a demostrar su fuerte carácter y su vigoroso temperamento,
veamos como detrás de esas largas barbas se esconde un amante, leal y
fiel amigo. Como perro de companía es capaz de dormitar largas hora en
un mullido sillón o en el césped de un cuidado jardín, imponiéndose
la postura de un noble sereno. De esta forma asume su responsabilidad
ante quién reconoce con gran amor como sus amigos y es vigía y
compañero de juegos de los más pequeños con quién confraterniza en
la más pura y desinteresada amistad.
Sin lugar a dudas
la maternidad es sublime. Esta indiscutible verdad se hace realidad
absoluta en los airedales. !Con cuánto amor! !Con cuánta abnegación
! Con que celo cuidan su lechigada!. Sus cachorros son su más preciado
tesoro, su más grande amor...
Y así van
creciendo vigilados por su madre por instinto maternal y por sus
criadores con responsabilidad y amor, mezcla está que da el mejor de
los resultados, animales sanos de cuerpo y alma. Porque sí, tienen
un alma primitiva, pero alma al fin que los identifica con los
humanos, que los hermana con los que los queremos y respetamos. Con
gran amor y con absoluta objetividad éste es nuestro perro.
Julio Maria De Cristofaro
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